sexta-feira, 6 de setembro de 2013

Taller de Agricultura Orgánica y Microbiología de Suelos, 
con Jairo Restrepo y Nacho Simón
Artículo que ha escrito Mónica de Blog Disidente, un potente resumen del curso que tuvo lugar en el centro Los Robles del Valle de Mena con Jairo Restrepo y Nacho Simón. Es un excelente escrito para compartir con gente a quien queráis que le pique la curiosidad, pues incluye conceptos clave e ideas “para pensar”… ¡además de permitirnos saborear de nuevo la experiencia a quienes tuvieron la oportunidad de atender alguna charla o curso de estos dos maestros! Pronto colgaremos fantásticas fotos de esta gira… (fuente: RegenAG Agricultura Regenerativa,publicado 6.set.2013)
El pasado mes de junio tuve la suerte de poder asistir al Taller de Agricultura Orgánica y Microbiología de Suelos que se celebró entre los días 21 y 23 en la Residencia Los Robles en Villasante, en el Valle de Mena (Burgos). Esta Residencia realiza un trabajo social tremendo, y su maravillosa entrega y hospitalidad proporcionaron el marco perfecto para este taller, organizado por Agricultura Regenerativa Ibérica, una red que lleva varios años trabajando duro para acercar a nuestras latitudes a un grupo de expertos procedentes de todo el mundo de los que no mucha gente ha oído hablar (no suelen salir en la televisión), pero que a través de internet y del boca a oreja están iniciando una revolución pacífica y silenciosa en la agricultura. Esta nueva —y a la vez vieja— agricultura es ya un medio de vida digno para miles de agricultores y ganaderos de todo el mundo, una fuente de salud para muchos consumidores, y un soplo rejuvenecedor para este maltratado planeta. Sin sustancias tóxicas, sin experimentos de biotecnología de consecuencias desconocidas, y sin monopolios ni grandes multinacionales.
El taller al que asistí formaba parte de una amplia gira de casi un mes de duración en la que los profesores de agronomía Jairo Restrepo y Nacho Simón visitaron varias ciudades de la península ibérica siguiendo un apretado calendario de charlas gratuitas, mesas redondas, y cursos. Aunque hacía un tiempo que conocía la actividad de la organización y a algunos de sus integrantes (Darren Doherty y Joel Salatin), en el pasado me había centrado más en el manejo holístico y las granjas polifacéticas, y desconocía por completo la actividad de Jairo y Nacho. Así que acudí a este curso con mucho interés, mucha ilusión por aprender cosas nuevas, y sin saber lo que me esperaba. Pues bien, mis expectativas se cumplieron con creces. Pero hablemos de los verdaderos protagonistas de esta historia.
Nacho Simón es un ingeniero agrónomo mexicano, un hombre entrañable y muy divertido. Al escucharle en seguida se hace evidente que Nacho lucha por algo más que por la conservación de la tierra y por la ecología. Nacho Simón también lucha por la supervivencia de los pueblos indígenas de Latinoamérica, por sus culturas, sus idiomas, y sus costumbres agrícolas. Y por evitar que un puñado de grandes empresas multinacionales se lucren vendiendo a los campesinos insumos agrícolas que no solo no necesitan, sino que además envenenan sus tierras y a sus gentes y cuestan un dinero que no tienen.
Jairo Restrepo es también ingeniero agrónomo, en este caso procedente de Colombia y afincado en Brasil. Jairo resulta más difícil de describir que Nacho, por su naturaleza más rebelde y su talante claramente transgresor. A Jairo le gusta que la audiencia piense y se replantee las cosas, no le gusta dárselo todo masticado. Aunque hay una cosa que queda bien clara en seguida: su profunda crítica a la institución educativa por excelencia, la universidad. Jairo opina que la universidad no te permite pensar universalmente, sino que te lobotomiza. Como alguien que ha seguido durante años la ruta educativa convencional, creo que a Jairo no le falta razón, sobre todo cuando nos cuenta que a los ingenieros agrónomos se les enseña en la universidad a vender al campesino lo que la industria le quiera ofrecer. Vamos, que los convierte en poco más que comerciales de la industria agrícola. Nada que ver con la labor que Jairo y Nacho llevan a cabo en l
Latinoamérica, donde enseñan a los campesinos a producir en sus propias fincas, y con materias primas accesibles y baratas, los abonos, fertilizantes, inoculantes, tratamientos para semillas, e incluso análisis del suelo que se necesitan para obtener unos cultivos de calidad inmejorable.
Uno de los conceptos más chocantes sobre los que se habló largo y tendido durante el taller es que el negocio de la agricultura ecológica no es más que eso, un negocio. Para los que hemos decidido apostar por este tipo de agricultura a pesar de que sus productos cuestan más dinero y son más difíciles de conseguir, esta afirmación puede ser difícil de asimilar. Si ese es tu caso sigue leyendo y quizás cambies de opinión. El argumento de Nacho y Jairo es que la agricultura ecológica a gran escala, con sus certificaciones y sus insumos ecológicos, además de favorecer la corrupción, el control de las grandes empresas y las mafias locales, no ofrece una solución duradera al problema de la agricultura convencional basada en sustancias químicas. Solo es un parche. El motivo es que funciona en base al mismo paradigma que la agricultura convencional. En lugar de insecticidas utiliza bio-insecticidas, y en lugar de herbicidas, bio-herbicidas. Pero esas sustancias siguen teniendo el mismo objetivo que las utilizadas por la agricultura convencional, el de aniquilar insectos o plantas. En palabras de los profesores, es como preguntarle a alguien si quiere morir de una pedrada o de una cuchillada.
En la agricultura ecológica comercial, tal y como tiende a ser aplicada en la actualidad, lo único que hacemos es cambiar la forma de matar. Pero la raíz del problema no está en cómo matamos a este bicho, o a esa planta. El problema está en que estamos utilizando un paradigma incorrecto. En el paradigma actual entendemos la vida como si fuera algo mecánico, y por lo tanto la dividimos en partes, ocupándonos de ellas por separado como si no estuvieran relacionadas. ¿Que este insecto se come mis cultivos? Pues me lo cargo. ¿Que esta hierba compite por los nutrientes que necesitan mis plantas? A por ella. (Eso no significa que no haya pequeños productores ecológicos haciendo todo lo posible por reducir la necesidad de utilizar pesticidas y herbicidas “ecológicos”, que los hay). Un ejemplo de esta mentalidad es la mal llamada maleza o mala hierba, rebautizada por Nacho y Jairo como “bueneza”. Estas insidiosas plantitas que llevan por la calle de la amargura a millones de agricultores, y “justifican” el uso de herbicidas altamente contaminantes, también cumplen importantes funciones en el ecosistema de cualquier explotación agrícola. Nos ayudan a mantener el suelo cubierto para que no pierda humedad ni materia orgánica y extraen con sus profundas raíces los minerales de las capas más inaccesibles del suelo. Y también sirven para identificar las características de los suelos donde crecen espontáneamente.
Aunque la agricultura ecológica empezó con las mejores intenciones y representa una clara mejoría respecto a la agricultura química, Jairo y Nacho nos proponen ir más allá. Si queremos cultivar tierras fértiles, sin plagas y sin “malas” hierbas que haya que destruir, debemos cambiar el paradigma. Debemos considerar que los ecosistemas funcionan como un todo. Y en el todo hay que incluir al suelo, con sus microorganismos, su materia orgánica, sus minerales, las raíces de las plantas, y a lo que está por encima: el agua, el clima, las hojas y tallos de las plantas, y los animales, incluyendo insectos, aves y demás criaturas (todas ellas cumplen una función en el todo). Cualquier problema que sufra un cultivo o un animal se debe a un desequilibrio nutricional, esa es la raíz del problema – y es ahí donde podemos intervenir aplicando un conocimiento científico de esas necesidades nutricionales óptimas y sus distintos remedios. Y no solo eso, sino que los productos de la agricultura, los alimentos, deberían estar al alcance de todos los bolsillos.

Por eso un aspecto importante del taller fueron las sesiones prácticas en las que aprendimos a elaborar nosotros mismos toda una serie de elementos que sirven para mejorar la fertilidad de nuestras tierras rápida y eficazmente, y sin apenas gastar dinero. Los ingredientes necesarios son “low-tech” y accesibles a todo el mundo: mierda de vaca (estos profesores no utilizan eufemismos cuando hablan), harina de rocas (roca en polvo), cenizas, harina de huesos, residuos de la producción de alimentos como la melaza y la cascarilla de arroz, levadura, agua, y en algunos casos, componentes más exóticos como microorganismos capturados en el bosque (¡resulta fascinante aprender a conocer la microbiología que nos rodea!). El objetivo, aportar a la tierra una dosis masiva de microorganismos y minerales que las plantas puedan utilizar para crecer con un sistema inmunitario fuerte y un vigor envidiable, minimizando a la vez los gastos de producci
ón y por tanto el precio final del producto.
Y es que, si tuviera que quedarme con uno solo de los conceptos que aprendimos en este curso, me quedaría con el siguiente: Que son los microorganismos del suelo los que, a través de sus funciones metabólicas, transforman los minerales en sustancias que las plantas pueden absorber. Es decir, que las bacterias hacen posible que las plantas que cultivamos sean nutritivas y a la vez resistentes a las plagas. Si seguimos empeñados en aportar solo tres minerales a nuestros cultivos (el famoso NPK) y en esterilizar nuestros suelos con sustancias químicas como el glifosato, que los transforman en un medio hostil a la vida microbiana beneficiosa, no es de extrañar que cada vez experimentemos más plagas, menores rendimientos, e inquietantes contaminaciones en los cultivos. Por el contrario, si les damos a las plantas lo que necesitan (suelo fértil, luz y agua), y trabajamos de acuerdo con su naturaleza, no con nuestra conveniencia, podremos conseguir rendimientos que harían palidecer a cualquier cultivo transgénico y a cualquier plantación industrial. El conocimiento necesario para conseguirlo existe y está a nuestra disposición, solo tenemos que atrevernos a salir de nuestra zona de confort.
Sé que todo esto es difícil de creer, y que va en contra de muchas ideas preconcebidas. Lo mejor que puedes hacer para averiguar si te estoy vendiendo la moto o si se trata de algo verídico e interesante, es participar en alguno de los eventos que organiza Agricultura Regenerativa Ibérica. Estos eventos van desde reuniones informales hasta cursos, talleres y charlas, y están ocurriendo por toda la península. En el peor de los casos, conocerás a un montón de gente maravillosa. En el mejor de los casos, puede que descubras un mundo nuevo donde es posible compaginar el beneficio económico agrario con la regeneración de la tierra, del campo y de la vida rural. ¿Te animas?

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