La conexión entre el SOL y la TIERRA
extrapola la influencia de su gravedad y se su órbita anual al calentar y
proporcionar energía benigna a microorganismos, plantas y animales. El SOL
también emite radiaciones peligrosas: ultravioleta, rayos X, rayos gama,
partículas alfa y beta. Pero la radiación en el núcleo de la Tierra crea la ‘magnetosfera’,
una membrana protectora de la vida del planeta a esas radiaciones y partículas.
El efecto del campo magnético puede
ser observado en la belleza de las auroras boreales, una protección contra la
energía y las partículas de la troposfera, así como los rayos cósmicos y otros
del SOL. Entonces el Planeta es una gigantesca esfera magnética y todos los
seres vivos se adaptan a su campo magnético natural con metabolismo y
autopoiesis y evolucionan con las edades de la Tierra.
Todos los seres vivos y su entorno
poseen frecuencias y patrones magnéticos propios y reaccionan a estas
variaciones y resonancias con la adaptación de sus proteínas. Cada gen, célula,
tejido, órgano, sistema, y cuerpo individual sincroniza la información de los
ciclos y redes naturales del campo geomagnético, pues toda materia se compone
de campos magnéticos resonantes y de fuerza y frecuencias que varían
naturalmente.
Toda la célula viva posee una
membrana protéica, activa, y protectora. Vivimos en la membrana, que es la superficie
del planeta, donde siempre hay presencia de proteínas. Nos alimentamos de las
transformaciones en otra membrana, el suelo vivo (microflora, materia orgánica,
humus y proteínas), que transforma el carbono del SOL en fuente de alimentos
(energía), aire y agua.
(…) El agua y el humus se comportan
como membranas al transportar masa y generar un constante flujo de electrones,
esenciales para la vida. Pero actualmente las membranas para mantener esta
función vital deben enfrentarse al ataque de los fertilizantes químicos
sintéticos, de valencia única, que destruyen las membranas enzimáticas y
protéicas del suelo.
(...)Por otro lado, la famosa relación
C/N (Carbono/Nitrógeno) de la descomposición de la materia orgánica no es más
que el paso de un lado a otro de la membrana para extraer energía del hábitat
de los microorganismos. Este es el proceso de transformación de la energía libre
de la materia orgánica en energía entrópica del humus por efecto del tiempo.
Un suelo con un buen nivel de humus[1]
estabiliza su humedad y absorbe mejor la que se encuentra en el aire nocturno.
El humus restablece el campo electromagnético natural del suelo y es un
excelente protector contra la radiactividad, las contaminaciones químicas y el
crecimiento descontrolado de microorganismos. Toda membrana tiene dos caras y
cuatro dimensiones físicas: tres espaciales y una temporal que carga la vida.
Las membranas son anteriores a la
vida, que se sitúa en la dimensión temporal. Por esta razón toda célula viva
necesita de una membrana como interface con el medio ambiente y la energía. El agua presente en el suelo puede
estar en la forma ‘gravitacional’ y ser rápidamente arrastrada; pero el agua
que queda retenida por la fuerza de la membrana del suelo y por lo tanto está
disponible es la que mide la capacidad de campo de un terreno. Por otro lado,
en las relaciones de ósmosis (solutos) y presión (sólidos) los microorganismos
adaptan la evolución de sus membranas.
Las membranas aumentan la
estabilidad del flujo líquido y conservan su energía, lo cual hace posible que
las especies se adapten y conquisten nuevas áreas entre el mundo mineral y el
agua. Así, los microorganismos lentamente otorgan condiciones a las algas y
a los líquenes para formar diferentes tipos de suelos. Los mayores formadores
de la membrana suelo a partir de las
rocas que meteorizan con su actividad metabólica. (…)
Los fertilizantes químicos solubles
son diametralmente opuestos a la harina o polvo de rocas y a la vida en el
suelo. Las harinas de rocas brindan condiciones físicas, químicas y biológicas
para el metabolismo y la autopoiesis de los microorganismos; los fertilizantes
provocan lo contrario. Para comprender esto es necesario saber que una roca
durante su génesis forma tantas membranas cuantos minerales la constituyen y
cada una de estas membranas aporta las mejores condiciones para que la vida se
desarrolle sobre ella. (…)
La teoría sustentada es que la
fertilidad de un suelo será mayor sea la diversidad de vida que crece y se alimenta
sobre él y dentro de él ( RESTREPO & PINHEIRO, 2009, p.148-163).
RESTREPO, J; PINHEIRO, S. Agricultura Orgánica Harina de rocas y la
Salud del Suelo al alcance de todos Satyaagrafa
Junquira Candirú ,Ferivá Ed. Cali Colômbia, 2009
[1] Lo que determina como un buen nivel
de humus en el suelo es una mezcla de ácidos húmicos, fúlvicos, himatolelânicos
y huminas. El predominio de una o otra forma de humus dependerá Del pH Del
suelo, de las condiciones de oxidación y reducción, de La saturación de las
bases, Del contenido de residuos orgánicos, de La actividad de os microorganismos
y de La relación C/N, y su destrucción será causada por la aplicación de
venenos y fertilizantes industriales altamente solubles.
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